Pre Loader

Doctor, venía a confesarme…

En las últimas semanas he estado leyendo en las redes sociales comentarios, opiniones y realidades sobre el día a día de muchos profesionales de la salud con los que me he sentido plenamente identificado. El papel que tenemos encomendado como profesionales de salud en cualquiera de nuestras especialidades es velar por la salud de nuestros pacientes y otorgarles las herramientas y confianza necesarias para que puedan lidiar con el día a día de su salud y sus vidas. En concreto, para los médicos de familia, esto incluye en muchas ocasiones las relaciones familiares del paciente y su entorno, no menos importante para el devenir de la evolución del bienestar del individuo.

descargaPero ¿qué pasa cuando es el propio paciente quién decide tomar otro camino que el de los consejos que le damos sus profesionales de confianza?  Esta actitud es repetida en multitud de ocasiones en casi todas nuestras consultas por algunos de nuestros pacientes. De nuevo entra en juego la educación sanitaria, esa religión que no dejamos de evangelizar entre nuestros “fieles” pero que no todos escuchan o quieren escuchar…

Consejos de salud como “debe realizar dieta baja en sal”, “debe controlar las grasas en los alimentos”, “le recomiendo regular la ingesta de hidratos de carbono”, “recuerde hacer ejercicio 3 días a la semana”… quedan en nada por el mero hecho de ser consejos preventivos… En otras palabras, que al paciente no le duele nada, por lo que el consejo le entra por un oido y le sale por el otro…

Cuando todo esto conlleva patología o malestar para el paciente ya es otro cantar, por supuesto… Ahí es cuando aparecen la demanda de visitas urgentes, las caras de sorpresa en consulta preguntando el porqué les está sucediendo eso, las exigencias solicitando una cura inmediata para algo que se ha estado gestando durante largo tiempo en el organismo del “infiel”, e innumerables situaciones en consulta que se hubieran podido evitar si se hubiera hecho caso a los consejos de salud preventivos del facultativo.

Aún así, esta actitud de preocupación y sorpresa dura un milisegundo en algunos pacientes, ya que a medida que pasa el tiempo y cuando parece que una vez diagnosticada la patología y tomado el tratamiento se van olvidando de las modificaciones de sus hábitos y vuelven a las andadas, porque claro… es mucho más fácil “tomar una pastilla que tener que controlar cada día la alimentación y el ejercicio…”

Ante todo esto, mi pregunta es, ¿qué actitud debemos tomar los profesionales de salud ante actitudes de este tipo? ¿Seguimos insistiendo en la educación sanitaria como es nuestra obligación o desistimos ante la pasividad y desidia y la poca estima que tienen algunos pacientes a su propia salud? Porque en definitiva es eso, SU SALUD, y si el paciente es quien decide no tener ni el más mínimo respeto por su salud, ¿quién somos nosotros para llevarle la contraria?

Reconozco que este argumento, agresivo por otra parte, lo he utilizado y lo sigo haciendo cada vez más en consulta. A pesar de no ser quizás del todo políticamente correcto, la frase “mire señor, es SU salud, no es la mia… al fin y al cabo, para mi es un trabajo, una profesión, para usted es SU VIDA…” parece que cala hondo en las consciencias de los pacientes y el hecho de imaginar que su médico de confianza se desentiende de su salud les preocupa más que su propia enfermedad.

descarga (1)

Siempre me he considerado un NO medicalizador, es decir, lo intento todo antes de dar medicación a mis pacientes. Utilizo la palabra para explicar los procesos fisiológicos y patológicos, intento dar consejos saludables, reconducir actitudes, terapia oral e incluso escrita con recomendaciones ya sea en papel o en formato digital (en los últimos tiempos, cada vez que lo hago pienso en mi “twitteramigo” @mrizaldos, si me permite llamarlo así… con quién estoy totalmente de acuerdo en la no medicalización de las situaciones fisiológicas de la vida diaria y el control de la medicalización en las ocasiones en que realmente es necesario), pero cada día más me siento más incapaz de seguir esta línea de trabajo, no porque no me sienta capacitado sino porque observo actitudes de desidia, pasotismo y despreocupación en algunos pacientes que me hacen plantear si realmente es necesario perder tanto tiempo y saliva en dar explicaciones a oidos sordos…

Ejemplos como el paciente que prefiere tomar estatinas a cambiar los hábitos (explicado por @doctorcasado) o como el del paciente diabético tras haberse permitido una comilona familiar con toda la intención acude a urgencias a que le inyecten un “chute” de insulina (vivido por el Dr. @jgcmed), vividos en las últimas semanas y sumados a los múltiples casos similares que todos hemos vivido en consulta a diario me hace pensar en este tema más a menudo de lo que desearía…

images

Me gustaría que, como profesionales de salud, os atrevierais a dar vuestra opinión al respecto. ¿Qué actitud tomáis ante esta ola creciente de despreocupación en consulta? ¿Sentís que no estáis realizando bién vuestro trabajo?

Mientras tanto… ¡nos vemos en la red!

 
Creative Commons License
Doctor, venía a confesarme... by admin is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 Internacional

No comments yet.

Leave a comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.